[ANPPOM-Lista] "Todavía no confirmé"

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Ter Jan 21 20:34:36 BRST 2014


As vésperas de retornar a São Paulo para iniciar a identificação de
documentos para o fundo especial Conrado Silva de Marco no CDMC da Unicamp,
compartilho a nota de Coriún Aharonián abrangendo amplamente a trajetória de
Conrado Silva de Marco. 

 

Extremamente humilde e desapegado materialmente, Conrado não para de me
surpreender a cada momento. Apesar tê-lo conhecido em 1976 como aluno no
então recém inaugurado Instituto de Artes do Planalto (Unesp), como músico
(contrabaixo) no Grupo Música Nova e como professor na Travessia Oficina de
Música em São Paulo, certamente a organização desse acervo ainda será
ocasião de muitas descobertas.   

 

J. A. Mannis

 

 

CONRADO SILVA (1940-2014)

“Todavía no confirmé”

 

 

         El 24 de noviembre Conrado Silva nos envió un correo electrónico en
el que nos decía que había recibido una llamada telefónica insólita de Río
de Janeiro, de un viejo amigo que le contó que la Bienal de Río lo había
dado por fallecido. Remataba Conrado: “Todavía no confirmé”. Algún
despistado en la Bienal se había adelantado a los hechos. Él no lo sabía
todavía, pero tenía metástasis de un tumor canceroso. El 5 de enero murió a
causa de un paro cardíaco, luego de una intervención quirúrgica que parecía
haber sido exitosa, en el Hospital Paulistano de San Pablo, Brasil. Su
última obra estrenada había sido la música para A árvore dos anjos, una
instalación multimedios de Willian Lopes, puesta en escena el 20 de
setiembre en Brasília, al aire libre. Algunas partes “quedaron lindas”,
contó, con su humor y parsimonia habituales.

 

         Conrado Silva de Marco es una figura importante de la historia
cultural reciente de América Latina, y especialmente de Brasil y Uruguay. Su
trayectoria cubrió varias disciplinas: fue un destacado acústico
especializado en el diseño de espacios arquitectónicos, un compositor
experimentador, interesado en la apertura de caminos, un organizador eficaz
de actividades institucionales, y un docente generoso y cercano. Nacido en
Montevideo el 22 de marzo de 1940, se había radicado a fines de 1969 en
Brasil. 

 

         Hizo estudios de ingeniería en nuestra Universidad de la República
y, antes, en la adolescencia, de piano en forma particular. Becado por el
gobierno de Alemania Federal, permaneció entre 1962 y 1964 en ese país,
donde realizó estudios de acústica con Fritz Winckel y Lothar Cremer en la
Universidad Técnica de Berlín y con Friedrich Spandöck y Werner Bürck en la
Universidad de Múnich. Estudió además música (y específicamente composición
y electroacústica) en instancias varias: fue alumno de Hans Hartig, Boris
Blacher y H. H. Stuckenschmidt en la Escuela Superior de Música de Berlín, y
asistió en 1963 y 1964 a los Cursos Internacionales de Verano de Música
Nueva de Darmstadt, donde recibió clases de un excepcional grupo de
personalidades: Karlheinz Stockhausen, Pierre Boulez, Henri Pousseur,
Luciano Berio, György Ligeti, Milton Babbitt y Mauricio Kagel. Frecuentó
además varios festivales de música contemporánea: Venecia, Zagreb, Varsovia,
Berlín, el ciclo “Musica Viva” de Múnich. En la Bienal de Zagreb, en mayo de
1963, conoció a John Cage, con quien inició amistad y de quien recibió
fuerte influencia. Allí se estableció en Conrado la tensión entre la
apertura hacia el azar planteada por Cage y el hiperracionalismo
desarrollado en la década del 1950 por varios de los jóvenes protagonistas
de los cursos de Darmstadt, tensión que se fortalecía por su formación
ingenieril. En 1964 estrenó en Berlín su “Música para diez radios
portátiles”, una partitura generada por computadora (una de las enormes y
costosísimas de la época, en el Akademie Rechenzentrum de Múnich) para una
acción sobre un material esencialmente aleatorio. El mismo año hizo su
primera música para teatro (“The sandbox” de Albee), en colaboración con un
joven nativo (Fürst).

 

         Regresado a Montevideo, retomó sus estudios en ingeniería, y formó
parte del grupo que tomaría clases de composición y materias anexas con
Héctor Tosar (1966-1969, junto con Ariel Martínez y con el autor de esta
nota, y al comienzo también con Daniel Viglietti). 

 

         Conrado se instaló en el medio cultural montevideano como un
instigador de buen talante. Antes de su beca, había sido secretario general
del Centro de Estudiantes de Ingeniería. Desde allí, había intervenido como
delegado de su facultad en un intento de democratización de Juventudes
Musicales (en el que me tocó participar como delegado de Arquitectura),
intento que el verticalismo paternalista de Hugo Balzo logró abortar con el
beneplácito de un montón de profesoras de piano del interior.

 

         En 1965, participó en el ciclo de conciertos de vanguardia
(“Músicahoy”) organizado por Jacques Bodmer en el Instituto General
Electric, y allí hizo el estreno uruguayo de su “Música para diez radios
portátiles”, así como el de alguna pieza de teatro musical de Dieter
Schnebel y de la conferencia a cuatro voces de John Cage (con Nelly Pacheco,
Daniel Viglietti, Pablo Cardoso y él mismo como conferencistas). Colaboró en
1965 con José Estruch (una “Antígona” de Sófocles con los alumnos de la
Escuela Municipal de Arte Dramático, con puesta en escena de Elba Soto), y
en 1966 hizo música para Federico Wolf (el “Marat-Sade” de Weiss con el
Teatro Universal), para Jorge Sclavo (“Picnic en el campo” de Arrabal) y
Nelson Flores (“El acontecimiento” de Foissy), así como para un proyecto de
film documental con Mario Handler (“Fósiles”) que no se concretó. Ese mismo
año participó de un happening de Teresa Vila (“Liquidación de una platea”,
en Teatro Circular). Hizo música para balés de Elsa Vallarino: “Dúo” en 1966
y “Rito” (“Microfonías I”) en 1967. También hizo iluminación en obras
teatrales. En 1968 compuso dos piezas autónomas: “Trom” (corno, trompeta,
trombón) y “’Oing” (guimbarda y coro). En 1969 colaboró con Alberto
Restuccia (“La conciencia de Hamlet”, con Teatro Uno, en la sala Mercedes de
El Galpón). Escribió notas en la revista Clave, hizo crítica en el diario
Época y en el semanario Marcha, y programó audiciones radiales en el SODRE
(1965-1966). Además, tuvo a su cargo los cursos de acústica de las
facultades de Arquitectura (desde 1965) y de Ingeniería (desde 1967). En
otro orden de cosas, en algún momento se vinculó con el MLN, vínculo que
logró manejar con total discreción.

 

         En 1966, junto con sus compañeros de las clases de Tosar, co-fundó
el Núcleo Música Nueva de Montevideo, que hizo sus primeros cuatro
conciertos en el Instituto General Electric. Allí se dio particular
importancia a una muestra de obras del breve movimiento neodadaísta Fluxus,
que Conrado había conocido en su estadía alemana. Al año siguiente
emparejaríamos la balanza, trayendo a Montevideo a Luigi Nono. Y en 1968,
decidimos abrir el Núcleo Música Nueva (surgido como literal núcleo) a una
participación abierta de compositores, intérpretes e interesados, en una
estructura no jerárquica que se mantuvo hasta hoy. Poco después, generamos
también la Sociedad Uruguaya de Música Contemporánea, una asociación de
compositores de música culta.

 

         En 1968, Conrado tuvo una primera incursión brasileña, invitado por
Gilberto Mendes para hacer su “Música para diez radios portátiles” en el
Festival Música Nova de Santos. A fines del 1969, se iba definitivamente a
Brasil, contratado por la Universidad de Brasilia, en la que trabajó hasta
su destitución por la dictadura en 1974, y desde su restitución en 1992
hasta su jubilación en 2010. Allí enseñó, en distintos momentos,
composición, acústica (general y arquitectónica) y música electroacústica (y
dirigió el estudio de música electroacústica). En el período de su cese en
Brasilia dictó clases en San Pablo y en Santos, en la Facultad Santa
Marcelina, en la Universidad Católica de Santos (Unisantos) y en la
Universidad Estadual Paulista (UNESP), en la que inició en 1978 un Estudio
de Música Electroacústica. Creó además instancias de enseñanza renovadora,
fundando las escuelas Travessia (1976-1979) y Syntesis Música Eletrônica
(1985-1989). Fue pionero en la enseñanza de la tecnología nueva del momento
(sintetizadores, MIDI, primeras computadoras personales). 

 

         En San Pablo fundó en 1976 el Núcleo Música Nova, que fue activo
durante varios años. Colaboró durante un período (1984/1986) con Gilberto
Mendes y Rodolfo Coelho de Souza en la extensión a San Pablo del Festival
Música Nova. Fue co-fundador de varias instituciones: la Associação de
Arte-Educadores de São Paulo, la Sociedade Brasileira de Música
Contemporânea, la Sociedade Brasileira de Música Eletroacústica (SBME) y la
Sociedade Brasileira de Acústica (SOBRAC). En distintos momentos, fue motor
importante de instituciones tales como la International Computer Music
Association (de la que fue vicepresidente en el bienio 1997-1999) y el Grupo
de Acústicos Latinoamericanos (GALA). Co-fundó el sello discográfico
brasileño Tacape (con José Maria Neves, Anna Maria Kieffer, Anna Maria y
John Parsons, Hans-Joachim Koellreutter y Maria Stella Neves Valle), que
llegó a editar valiosos materiales en la etapa del vinilo. Conrado colaboró
entusiastamente, desde su inicio, con los Cursos Latinoamericanos de Música
Contemporánea, e integró desde el tercero de éstos el equipo permanente de
organización (con María Teresa Sande, Miguel Marozzi, Graciela
Paraskevaídis, Emilio Mendoza y Cergio Prudencio como integrantes en
distintos momentos, con el suscrito como secretario ejecutivo, y con Héctor
Tosar y José Maria Neves como sucesivos presidentes). Era un muy buen
miembro de equipo, de tono mesurado, reservado y amable.

 

         Entre sus composiciones posteriores a la partida al Brasil, se
cuentan varios trabajos para teatro (“Equus” de Peter Shaffer, 1975;
“Ricardo III” de Shakespeare, 1976; “Os iks” de Peter Brook, 1977; “Sonata
sem dó” de Marcílio Morais, 1976; “Delírio tropical” de Witold Witkievicz,
1977), para danza (“Cor incurvatum”, de Edmar de Almeida, 1972/1973;
“Matéria estado de potência”, 2000, y “Dan”, 2010, ambas de Maura Baiocchi),
para cine (cortometrajes de Geraldo Rocha, 1969; Wladimir de Carvalho, 1970;
Silvio Zamboni, 1991) y para interacción con artes plásticas (“Brinquedos I
- Crônica”, para fotografías de L. C. Homem da Costa, 1973; “Ulisses”, para
tapices de Edmar de Almeida, 1973; “Bienal”, para la XVII Bienal de San
Pablo, 1983; “Variaciones para vástagos metálicos”, para esculturas de León
Ferrari, 1984). Y hay obras para agrupaciones de cámara (“Parasexteto”,
1970; “Polaris”, 1978; “Musicatálise”, 1982/2003), para coro y orquesta de
cuerdas (“Compulsión hombrhistórica”, 1970), para sintetizadores o
electrónica o informática en vivo (“Para Sinthy”, 1984; “Círculo mágico
ritual”, 1985; “Mars”, 1985; “Ganis”, 1987; “Pericón”, 1988/1991), para
electrónica y voces o instrumentos (“Celebração”, 1973; “Fonoarticulações”,
sobre materiales de Dieter Schnebel, 1980; “Inter-feres”, 2003; “Ludus
absque fasciem”, 2011, en coautoría con Ruggero Ruschioni), para orquesta
con sintetizador (“Eixos I”, 1980/1993) y electroacústicas convencionales (
“Equus”, suite de la música de escena, 1976; “Natal del-Rei”, 1978/1981; “A
nau dos insensatos”, 1989; “Galáxias II”, 1991; “Fragmentos do Apocalipse”,
2001; “Fragmentos do Gênesis”, 2002; “Vozes devastadas”, 2003), y hasta
incursiones en el terreno operático (“Das Capitanias Hereditárias”, 1978;
“Espaços habitados”, 1992, sobre Haroldo de Campos) y en la interacción de
electroacústica con voz, VJ y “performance” (“Antenas de Miramar”, un
mosaico de obras anteriores en homenaje a Koellreutter, 2005). En 1978 fue
compositor invitado del estudio electroacústico del GMEB, Bourges, Francia.
Varias de sus composiciones fueron editadas en disco: cinco en Brasil
(“Vericuetos de Antígona”, “Brinquedos”, “Equus”, “Natal del-Rey”, “Espaços
habitados”) y dos en Uruguay (“Equus” y “Pericón”).

 

         Conrado fue miembro de la Associação Brasileira de Normas Técnicas,
en la que coordinó (1982-1986) la creación de dos importantes normas
relacionadas con el nivel de ruido en áreas habitadas. Había publicado en
1982 un libro de texto: “Elementos de acústica arquitetônica” (Nobel, San
Pablo). Dio clases a varias generaciones de graduados y posgraduados en
acústica, y sólo en el 2009, al final de su docencia universitaria, se
decidió a defender, en Brasilia, un doctorado propio: “Análise acústica de
auditórios musicais após construídos”.

 

         Como acústico de salas y otros espacios arquitectónicos, su labor
es enorme. Conrado Silva tuvo a su cargo cerca de 200 proyectos de
realización y de corrección, grandes y pequeños. En Montevideo proyectó,
antes de su partida a Brasil, entre otros trabajos, el auditorio de AEBU
(Rafael Lorente), el teatro de la Alianza Francesa (Gómez Platero y López
Rey, en la calle Soriano) y la sala 18 de El Galpón (Arana y Spallanzani), y
posteriormente colaboró con la reforma del Teatro Solís y acompañó la obra
acústica del auditorio del Sodre. Entre sus realizaciones se cuentan
numerosos trabajos con Oscar Niemeyer (entre los cuales el Memorial de
América Latina en San Pablo y, en Brasilia, el Museo Nacional, la Escola do
Choro, los auditorios de la Alianza Francesa y del Ministerio del Ejército,
el Tribunal Superior Electoral y el Tribunal Superior de Trabajo). Entre las
correcciones, debo nombrar el teatro de la Fundação de Cultura Artística de
Belo Horizonte. Allí fue donde, por primera (y única) vez en mi vida,
presencié en el 2002, al final de un festival, una ovación al responsable
del proyecto acústico. 

 

 

Coriún Aharonián

Montevideo, enero 2014

 

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